Matsumoto (松本)
Hoy voy a retomar (y finalizar) la crónica de mi aventura por los Alpes Japoneses, realizando la mágica ruta Nakasendo, cuyas etapas he ido narrando en estos posts. El último lugar del que hablé fue Magome, lugar del que nos despedimos mientras lo veíamos alejarse a través de las ventanas (mojadas por las primeras gotas de agua) del autobús que nos llevaba a Nakatsugawa. Una vez allí tomamos el tren hacia Matsumoto (松本), ciudad de la que hablaré hoy.
Muchos la conoceréis por su castillo, que quizá sea el símbolo más famoso de esta localidad, que además es uno de los «castillos cuervo de Japón» (el otro es el Castillo de Okayama), llamados así por su oscura fachada exterior. No obstante ya os hablaré de este castillo en un artículo monográfico, porque realmente lo merece, es espectacular. Como curiosidad, una tienda que encontramos en las cercanías del mismo con una forma bastante peculiar 😉 :
Volviendo a nuestra historia, llegamos por la noche a Matsumoto y, como teníamos nuestro hotel justo frente a la estación, pasamos a dejar las cosas y a darnos una ducha. Después fuimos a un restarunte de las cercanías a comer carne de caballo, algo muy propio de la gastronomía del lugar. Volvimos a casa a medianoche y nos dormimos en seguida. Nos levantamos para llegar «por los pelos» al desayuno del hotel, que disfrutamos con unas excelentes vistas de la ciudad con las montañas de fondo:
Tras ello comenzamos nuestra expedición por la ciudad, aunque íbamos en dirección al castillo fuimos callejeando en vez de coger el camino directo para, así, disfrutar exprimir mucho más la visita. Recorrimos calles comerciales, visitamos tiendas de antigüedades y hasta encontramos los man de Hello kitty de los que ya os hablé cuando entramos a por un refrigerio. También, como no, nos pasamos por el templo de Yohashira, que estaba precioso en esta época del año.
Finalmente llegamos al castillo en el que, encontramos una pareja que se estaba haciendo las fotos de boda y luego me quedé hablando con un grupo de jubilados que eran amigos desde la secundaria y quedaban una dez al año desde entonces para viajar juntos por Japón (impresionante). Recorrimos los alrededores del castillo e hicimos muchas fotografías desde diferentes ángulos. Finalmente entramos, pero, como ya os he dicho, no contaré más por que hablaré de ello en otro post (os dejo con la miel en los labios).
El día lo acabamos en uno de los múltiples izakaya de los alrededores de la estación (ya que nos quedaba cerca del hotel) donde encontramos una gran variedad de comida. Aunque hacía frío, las terrazas eran muy acogedoras al estar protegidas por lonas y calentadas por braseros (algo que se ve mucho en las noches de invierno en Japón). Al día siguiente, visitamos la granja de Wasabi de Daio (que está a menos de 30 minutos), donde estuvimos solo unas horas, ya que por la tarde teníamos que volver a Tokyo en tren expreso desde Matsumoto. Nuestra aventura había acabado, pero lo habíamos disfrutado al máximo…