No me gusta que me digan Sayonara
Las puertas del vagón se volvían a cerrar. El tren que nos llevaba de Kyoto a la vecina Osaka seguía su marcha. Había bastante gente (la gran mayoría, jóvenes) pero yo estaba sentado y no prestaba mucha atención. Había bebido algo de vodka con un amigo antes de montarme, aún podía sentir partículas aromáticas de la bebida emanando de entre mis labios, pero no eran lo suficientemente fuertes como para combatir el característico olor de los vagones de la línea Hankyu. Me gusta coger esta línea, es económica, hay pocos turistas y para mí siempre estará rodeada de cierta melancolía, ya que es la que tomaba cuando empecé a vivir aquí y tenía que moverme a cualquier punto de Osaka desde el campus de Minoh.
Cuando el tren paró en la siguiente estación, la mujer que estaba a mi lado se levantó de su asiento para apearse y, en su lugar, se sentó una chica joven, aunque no pude definir su edad. Llevaba la cara oculta tras una amplia mascarilla y su cabello apenas me dejaba distinguir dos vivarachos ojos, así que era difícil saber de qué edad sería, pero yo apostaba que no mas de veinte. Ella, al percatarse de mi escrutinio, sonrió. Pude saber que sonreía por que sus ojillos se estrecharon detrás de su flequillo y ella acompañó el gesto con un breve movimiento de cabeza, ejecutado de una forma tan sutil (pero espontánea), que dejaba claro que era una reverencia y no una señal de asentimiento.
Mi móvil comenzó a vibrar en el bolsillo (en Japón siempre lo llevo sin sonido) miré quien llamaba, acepté la llamada y, en voz muy baja, dije brevemente que estaba en el tren y que luego volvería a llamar:»Ima densha no naka, ato de denwa shimasu ne!»(今電車の中。後で電話しますね!). Esto se hace por que aquí es de mala educación hablar por teléfono en el transporte público (aunque hay gente que lo hace, pero la mayoría de los nipones, si lo cogen, es para decir que luego llamarán y cuelgan rápidamente como hice yo). El caso es que la chica de al lado me escuchó hablar japonés y me dijo una de las tres frases que más escuchará un expatriado en Japón a lo largo de su vida:
«Nihongo jouzu ne!!»(日本語上手ね!) algo así como un «¡Qué bien hablas japonés!». Las otras dos son «O-hashi jouzu ne!!»(お箸上手ね!) que significa «¡Que bien comes con palillos!» y la última es «Kakkoii!»(かっこいい)» que significa «¡Que guapo!» o «¡Que chulo!». No me malinterpretéis, no digo que no guste el escucharlas… al fin y al cabo es un halago, al principio hace mucha ilusión (sobretodo la primera o la última), pero cuando después de un tiempo oyes que durante años te las dicen diferentes personas con el mismo tono, de la misma forma y cuando ni estás guapo, ni has hablado más allá de un «¡gracias!», ni has empezado a comer con los palillos, entiendes que realmente no significan nada, simplemente es una forma de iniciar una conversación con un extranjero haciendo que se sienta bien.
Como la chica se había sorprendido de que hablara japonés, respondí comentándola que ya llevaba muchos años en Japón, que había estudiado en tal y cual universidades, que había trabajado para tal y cual empresas y, así, como quien no quiere la cosa acabamos hablando de nuestras vidas… El tren llego a Umeda, final del trayecto, y allí nuestros caminos se separaban, antes de pasar la máquina de control de billetes y, con una distancia prudencial, ella se paró frente a mi y me dijo que le sorprendía el haber tenido una conversación en japonés tan larga con un extranjero, que era la primera vez que le pasaba, que iba a estudiar inglés con mucho más esfuerzo ahora que me había conocido y que esperaba algún día hablar un idioma extranjero como yo hablaba japonés. Esta vez sí que pude notar total sinceridad en sus palabras.
Yo insistí en que aún me quedaba mucho por aprender, que era un idioma muy difícil y que no se impresionara, que al fin y al cabo, solo había sido un japonés «nivel conversación de tren» (sus ojillos volvieron a entrecerrarse delatando una nueva sonrisa bajo su mascarilla). Acompañé mis palabras de agradecimiento con una reverencia, ella me respondió con otra. Antes de darse media vuelta e irse me dijo «Jaa, mata kondo ne!»(じゃあまた今度ね), algo así como un «¡Hasta la próxima!», respondí «mata ne»(que se podría traducir como «nos vemos» o «hasta pronto») y esta vez fui yo quien sonrió. Me encanta la gente que se despide sabiendo que, por muy grande que sea el mundo te volverá a encontrar. En cambio, no me gusta que me digan Sayonara, aunque sea por mera formalidad.