Hoy os voy a hablar de un lugar que descubrí hace poco y me enamoró: la granja de Wasabi de Daio, que no solo gustará a los amantes de este verdoso condimento (del que no soy gran fan, me gusta en muy pocas cantidades) si no de todo aquel que quiere apreciar un rincón diferente de Japón y un paisaje en el que los Alpes japoneses septentrionales se ven más majestuosos que nunca:
La fotografía que hay justo sobre estas palabras está tomada desde la estación más cercana a esta granja, que es la de Hotaka, a la cual podremos acceder en menos de media hora tomando la línea Oito desde Matsumoto, lo que convierte a este lugar en una escapada ideal de medio día desde esta ciudad. Aunque, esta granja, con 15 hectáreas, es de las más grande del país, la puedes recorrer en menos de dos horas (tomándotelo con tranquilidad), también hay que tener en cuenta que deberemos andar unos 30 minutos desde la estación, pero siempre y cuando no nieve o llueva muy fuerte, es un paseo ameno y tranquilo. La entrada al recinto es gratuita, para más referencia, aquí os dejo la ruta en GMaps.
Incluso en días más nublados y oscuros, el pasaje no pierde su atractivo
Nada más llegar nos encontraremos con tiendas donde encontraremos la raíz de wasabi (para hacer nuestro propio condimento rallándolo), tubos de wasabi ya preparado y todo tipo de productos derivados: encurtidos de wasabi, galletas de wasabi, croquetas de wasabi, cerveza de wasabi, kit-kat de wasabi y ¡hasta helados de wasabi!. Por cierto, pulsando aquí, os podéis descargar cupones de 50yenes de descuento para comprar helados de wasabi si venís a la granja.
Entre los diversos productos de Wasabi, de primeras, el helado fue el que más me llamó la atención
El personal en todo momento fue muy atento y amable, en uno de los puestos de raíces, nos explicaron el proceso del cultivo del wasabi (eso sín, en japonés) y nos enseñaron a rallar la raíz para obtener el condimento, y una chiquita joven de una tienda de recuerdos a la entrada del recinto, nos dió a probar bastantes variedades. Como estrategia de marketing, realmente funcionó, por que acabamos comprando varias cosas:
No obstante, aunque los amantes del wasabi seguramente opinarán lo contrario, creo que este lugar, se disfruta más con la vista que con el gusto: además de los campos de cultivo, bañados por ríos de agua fresca y limpia (necesarios para el desarrollo de la planta), encontraremos un precioso y antiguo molino, alguna que otra capilla, cuevas que albergan grabados en su interior… pero lo más cautivador, sin duda, el paisaje. De hecho, más abajo dejo algunas fotos más para que corroboréis lo que os digo. Para más información os dejo el link la web oficial (en japonés).
Tal y como os prometí cuando hablé de Matsumoto (de la ciudad en general), voy a dedicar este artículo a hablar exclusivamente de su castillo, uno de los castillos cuervo de Japón (el otro es el castillo de Okayama) que además está considerado como una de las fortalezas de llanura (ya que no está construido en un terreno elevado) más impresionantes del país del sol naciente, así como un tesoro nacional japonés.
El castillo de Matsumoto, es uno de esos que te dejan boquiabierto al divisarlo, sus majestuosas 6 plantas erigidas sobre el muro de piedra y el foso rodeándolo, combina con la armonía del contraste de blancos y negros de su fachada. Nosotros además pudimos sumar el contraste de los coloridos árboles que lo rodean, ya que vinimos en el esplendor del otoño.
Aunque ya en 1504 había una fortificación, el grueso de la estructura del castillo no se construyó hasta finales del s.XVI (bajo la orden de Toyotomi Hideyoshi). Tras la batalla de Sekigahara y el establecimiento del Shogunato Tokugawa, el castillo fue gobernado por diferentes señores feudales hasta la restauración Meiji (1866). Tras ella, el castillo estuvo apunto de ser demolido, como otros tantos edificios que se pudieran asociar al Shogunato, pero gran parte del mismo fue salvado por la actuación de los habitantes de la ciudad.
Como curiosidad comentar que, debido a que fue construido sobre tierras pantanosas (lo cual ya fue de por sí un reto para la arquitectura del momento), el castillo se empezó a inclinar unos 300años después de su construcción (como muestra esta fotografía de archivo) y, a principios del s.XX, fueron, una vez más los habitantes de Matsumoto los que le salvaron, ya que surgieron varias iniciativas para recaudar fondos y reformar el castillo. Luego hubo una posterior restauración (esta vez llevada a cabo por el gobierno nipón) en los años 50, una época en la que se restauraron muchos edificios de la edad media japonesa.
La visita desde los exteriores del foso es gratuira, pero entrar al interior del muro y dentro de la fortaleza en sí, cuesta 600yenes (púlsese sobre la cantidad para ver su cambio actual en Euros). En el interior, además de explicaciones de la historia y de la estructura del castillo encontraremos un pequeño museo. Para finalizar, aquí os dejo con la página oficial.
Hoy voy a retomar (y finalizar) la crónica de mi aventura por los Alpes Japoneses, realizando la mágica ruta Nakasendo, cuyas etapas he ido narrando en estos posts. El último lugar del que hablé fue Magome, lugar del que nos despedimos mientras lo veíamos alejarse a través de las ventanas (mojadas por las primeras gotas de agua) del autobús que nos llevaba a Nakatsugawa. Una vez allí tomamos el tren hacia Matsumoto (松本), ciudad de la que hablaré hoy.
Muchos la conoceréis por su castillo, que quizá sea el símbolo más famoso de esta localidad, que además es uno de los «castillos cuervo de Japón» (el otro es el Castillo de Okayama), llamados así por su oscura fachada exterior. No obstante ya os hablaré de este castillo en un artículo monográfico, porque realmente lo merece, es espectacular. Como curiosidad, una tienda que encontramos en las cercanías del mismo con una forma bastante peculiar 😉 :
Volviendo a nuestra historia, llegamos por la noche a Matsumoto y, como teníamos nuestro hotel justo frente a la estación, pasamos a dejar las cosas y a darnos una ducha. Después fuimos a un restarunte de las cercanías a comer carne de caballo, algo muy propio de la gastronomía del lugar. Volvimos a casa a medianoche y nos dormimos en seguida. Nos levantamos para llegar «por los pelos» al desayuno del hotel, que disfrutamos con unas excelentes vistas de la ciudad con las montañas de fondo:
Tras ello comenzamos nuestra expedición por la ciudad, aunque íbamos en dirección al castillo fuimos callejeando en vez de coger el camino directo para, así, disfrutar exprimir mucho más la visita. Recorrimos calles comerciales, visitamos tiendas de antigüedades y hasta encontramos los man de Hello kitty de los que ya os hablé cuando entramos a por un refrigerio. También, como no, nos pasamos por el templo de Yohashira, que estaba precioso en esta época del año.
Finalmente llegamos al castillo en el que, encontramos una pareja que se estaba haciendo las fotos de boda y luego me quedé hablando con un grupo de jubilados que eran amigos desde la secundaria y quedaban una dez al año desde entonces para viajar juntos por Japón (impresionante). Recorrimos los alrededores del castillo e hicimos muchas fotografías desde diferentes ángulos. Finalmente entramos, pero, como ya os he dicho, no contaré más por que hablaré de ello en otro post (os dejo con la miel en los labios).
El día lo acabamos en uno de los múltiples izakaya de los alrededores de la estación (ya que nos quedaba cerca del hotel) donde encontramos una gran variedad de comida. Aunque hacía frío, las terrazas eran muy acogedoras al estar protegidas por lonas y calentadas por braseros (algo que se ve mucho en las noches de invierno en Japón). Al día siguiente, visitamos la granja de Wasabi de Daio (que está a menos de 30 minutos), donde estuvimos solo unas horas, ya que por la tarde teníamos que volver a Tokyo en tren expreso desde Matsumoto. Nuestra aventura había acabado, pero lo habíamos disfrutado al máximo…
Hoy vuelvo con mi sección de templos de Japón. Después de una temporada destacando los de Nagasaki, esta vez, vamos a ir mucho más al noreste, hasta Matsumoto, en la provincia de Nagano para hablar de un templo sintoísta de ámbito local que me llamó la atención estando allí, por lo bonito del colorido de sus árboles durante el otoño. Se trata del Yohashira Jinja (四柱神社).
Si traducimos el nombre, significaría algo así como el santuario de los cuatro dioses, ya que está dedicado a los Zouka Sanshin (造化三神) (los tres dioses creadores que son Ame-no-minaka-nushi-no-kami, Takami-musubi-no-kami y Kami-musubi-no-kami) y la la diosa Amaterasu, de la que, después, descendería el legendario emperador Jinmu el primero de la línea imperial nipona (en teoría, porque no hay constancia histórica de su existencia).
El templo es relativamente moderno (de finales del s.XIX) y, aunque el torii de su entrada es de metal y bastante feo, el interior me resulto ciertamente vistoso (sin ser espectacular) sobre todo en la época del kouyou. Para más información, aquí os dejo su ubicación en GMaps y un enlace a la web oficial del templo
Hace poco estuve visitando la ciudad de Matsumoto, en la prefectura de Nagano. Ya sabéis que cuando viajo, una de las cosas que más me gusta es probar lo más típico de la gastronomía del lugar y, en este caso, nos recomendaron la carne de caballo. Como nos alojábamos cerca de la estación, preguntamos si había algún buen restaurante cerca donde comerla, y nos recomendaron uno de los mejores restaurantes especializados de la ciudad. Aquí tenéis su ubicación en GMaps.
Decidimos pedir platos diversos para compartir y probar un poco de todo y acompañarlo de unas buenas cervezas de barril. A pesar de ser un restaurante especializado y bastante popular, el precio no era desorbitado, pagamos unos 4000yenes cada uno (pulsad sobre la cantidad para ver el cambio en Euros), una cantidad que te puedes gastar en cualquier cena en un izakaya de Tokyo. Aquí abajo os dejo una fotografía más cercana de uno de los platos que más me gustó:
Se trata del Yukke, que es carne cruda condimentada con salsas y especias (un plato de influencia coreana), hasta ahora lo había probado de ternera, pero la de caballo me resultó más apetitosa. Otro de los platos que destacaría es una especie de katsu con carne de caballo muy poco hecha, es decir, como un ton-katsu, pero en vez de «ton» (豚 que significa cerdo), sería umaniku-katsu (馬肉カツ), aunque no se si este es realmente el nombre «oficial» del plato.
El caso es que estaba todo buenísimo como hacía ya un par de meses que no publicaba ninguno de mis artículos gastronómicos, me apetecía compartir esta experiencia con vosotros.:)
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