El Shikoku profundo
Hoy voy a continuar el relato del Road Trip por Shikoku que ya comencé la semana pasada. Nos quedamos en que nos habíamos quedado a dormir en un hotel en las cercanías de la ciudad de Imabari. Pues bien, tras un buen desayuno, nos dirigimos a descubrir el Shikoku profundo siguiendo la carretera que conecta la prefectura de Ehime y la prefectura de Kochi por el interior. Personalmente me hubiera encantado poder visitar el castillo de Imabari antes de partir, pero el tiempo apremiaba y aún queríamos hacer un trekking por la montaña.
Dejamos el coche para hacer una breve ruta por el Kampuzan (寒風山 = monte Kampu). Tenía muchas ganas, ya que llevaba bastante tiempo sin hacer un trekking en condiciones como cuando hice la ruta Nakasendo o la ruta por el sur de la prefectura de Kyoto que me llevó a descubrir templos como el Jōruri-ji (浄瑠璃寺) o el Gansen-ji (岩船寺). La caminata estuvo genial. La naturaleza nos regalaba una sorpresa a cada paso. Las fotos que acompañan este texto no hacen justicia.
El caso es que, aunque no es un camino especialmente duro, ni hacía mucho sol, la humedad nos estaba matando, así que comimos en un claro y comenzamos el descenso. Llegamos al lugar donde habíamos dejado el coche y continuamos nuestro camino en carretera hasta Konoka onsen, un alojamiento rural junto al río conocido por sus aguas de manantial (foto que encabeza este artículo) y que era el lugar que habíamos elegido para nuestro merecido descanso. Tras el check-in, fuimos directos a los baños, en el rotemburo (que son los baños termales al aire libre) se estaba genial:
Después de darnos un relajante baño fuimos a darnos el siguiente homenaje de la tarde: el gastronómico. Ya que otra de las cosas por la que este alojamiento es conocido es por sus comidas. Pudimos disfrutar de una cena (mayoritariamente formada de pescado y verduras), mientras observábamos el río a través del ventanal. Salimos a dar un breve paseo por las cercanías pero, apenas unos minutos después de haber salido la lluvia que comenzó a caer fue como un susurro que nos anunciaba el final de un completo día, así que, nos fuimos a dormir antes de que lloviera con mas fuerza.
Al día siguiente, tras un desayuno tradicional, volvimos en coche a una estación de JR para tomar el tren de vuelta a Osaka. Los gerentes del hotel fueron tan simpáticos que nos hicieron unos oniguiris para el camino. Había sido una escapada corta, pero que tuvo todos los ingredientes: playa, montaña, carretera, onsen, buena comida… pero sobre todo, risas, muchas risas…